Archive for the ‘Comunicación’ Category

Resaca de reflexión: ¿Pan y Circo? ¿Periodismo y Contextualización?

Creo que no pasa un día, ni casi una tarde, en la que no hable con alguien de periodismo, de comunicación, de plumillas u otros alquimistas de la palabra. Es normal, hasta cierto punto, que la relación con los medios o el futuro futurible de la comunicación centre conversaciones: Microbio es comunicación y publicidad, así que nosotros hablamos mucho de eso. Casi todo el rato.

Pero no es que se hable entre tintos de verano de comunicación, en general, sino más bien de periodismo en particular. Como que la gente no entiende tu profesión, ni lo que implica ni nada. Es decir, que el periodismo ya no es pero la comunicación es más que nunca. Se ha perdido por el camino el concepto de información como algo relevante, necesario para el completo desarrollo de un ciudadano. Es decir… ¿Son los periodistas culpables del estado de desinformación o es el ciudadano el que prefiere vivir desinformado? Como periodista, me gustaría hacer corporativismo del barato y decir que no, que la culpa es del otro, una excusa que es tan española como inútil. Podría decir que el periodista solo cumple órdenes y trata de adaptar la confusa y vertiginosa realidad al día a día ocupado del lector, oyente o telespectador. Podría, pero sería absurdo: si eres periodista sabrás que no, que en realidad, muchas veces, coges la declaración más rimbombante para los veinte segundos de audio o las tres líneas entrecomilladas. Sabrás, o deberías saber, que en ocasiones no sabes cuál es la verdadera importancia de lo que escuchas ni su trascendencia. Sabes tan poco del sector que te toca cubrir (por que cada día es uno) que no puedes (o no quieres) profundizar en el tema, investigar el contexto de la noticia y darle al lector algo con sustancia.

Esta adoración de los medios a la actualidad (como si la actualidad fuera un Cronos cabreado con hambre de notas de prensa y «breves») ha marcado el periodismo en los últimos años como un mantra absurdo e incomprensible. «Rellena el periódico, da la noticia del segundo y continúa tu camino». Es el periodismo que hemos vivido y aprendido, un periodismo descontextualizado, un periodismo de información dura y espectacular en el que se primaba (y se prima) la actualidad (¿?) y la contextualización ha desparecido del mapa en los medios tradicionales.

Las ganas de los medios de dar de comer al troll (y el troll somos nosotros) ha convertido al periodista en un mero mueve papeles que lleva un teletipo de un formato al otro. Un copypasteo absurdo que, en realidad, engaña no sólo al lector, sino al jefe mismo: un buen software siempre será más objetivo y colocará mejor una noticia en su sección que un periodista. Ellos copian mejor y, además, sin pausas, cafés ni cigarrillos para comentar lo que se nos va la vida, se nos va.

Entonces, me pongo a imaginar e imagino un periodismo completo (como ya se ve en medios de internet), un periodismo de la explicación, del contexto, del «tocho». Un periodismo sin «pajotes» (así llamábamos nosotros los textos de relleno, por que sí, por que había un hueco y no había nada que poner) en el que los espacios estén aprovechados y no rellenados.

Imaginen, por ejemplo, que un día llega un nuevo novísimo presidente del Gobierno a nuestra piel de toro y exige a todos los periodistas no que no haya preguntas en sus ruedas de prensa sino que las respuestas que el presidente de sean siempre reproducidas de forma íntegra. Es decir: que si vas y le preguntas sobre la relación hispano-china, y te la responde, no podrás poner un total que diga «Todo bien y los chinos molan», sino un total completo, con la respuesta que el entrevistado (no deja de ser eso) ha dado. Con todo lo que eso implique.

Obviamente, en ese supuesto influye el hecho de que no hay político (por desgracia) al que le guste poner los hechos en contexto: el contexto mata la tergiversación y, además, exige un conocimiento profundo de las cosas, algo que tampoco gusta. Pero imagínenselo: ¿Creen que los periodistas que salen hoy (y, nosotros, hace años) de las carreras están preparados para el contexto? ¿Están preparados para informar realmente a un ciudadano de la verdadera realidad de las cosas?

Por que el contexto es importante y la actualidad nos hace más estúpidos de lo que ya somos. El contexto nos ayuda a entender una noticia, a conocer círculos de poder, a poner en relación y a establecer un pensamiento crítico con respecto a algo. Y esa es la base de una sociedad consciente, educada e informada: si cada vez que hablas de política con alguien él se encona en sus políticas de partido, en su «realidad de las cosas» no es por que sea un capullo integral (que también puede ser) sino por falta de alguien que contextualice de forma creíble. Si, como sociedad, no sabemos dónde está la verdad y dónde la media mentira, estaremos abocados a una información absurda y a una población estúpida. Si los medios ponen en portadas las caras de supuestos asesinos sin presuntos ni información, si sólo se dejan llevar por el teletipo rápido y la declaración rimbombante, si no contextualizan y ponen todas las piezas del puzzle frente al lector, este se formará una opinión sesgada, que es lo mismo que tener una opinión estúpida.

La realidad ha cambiado. Irremediablemente. Me suelo mostrar muy pesado, pesado nivel «este tío está loco», con el hecho de que internet lo cambia todo de una forma que ni imaginamos. Y quizá los periodistas seamos los más afectados en esta disrupción: la forma en que se consume la actualidad es otra, la forma en que el público se informa es otra y la información que requiere el público es otra. Podremos buscar nichos de información altamente especializada, para ciudadanos altamente especializados. Podremos ver cómo los núcleos de poder asociados a los medios van variando lentamente, desplazándose hacia medios más nuevos, que buscan en internet (el medio más caliente que existe) un repaso a la información fría, detallada, contextualizada. Podremos ver, en los próximos 10 años, como el periodismo que conocemos varía y se transforma. No puede ser de otra forma: periodistas convertidos en medios, medios convertidos en departamentos especializados, periodistas que curan el contenido para dejar la actualidad a parte (eso ya lo tienes en Twitter, el muro de FB o dónde toque) para centrarse en la prospección, los hipervínculos relacionados a hemerotecas digitales, los cronogramas interactivos, los vídeos con contenido enriquecido sobre temas candentes para que puedas hacerte una idea del todo sin priorizar el ahora.

Podremos ver muchas cosas, pero no sabemos cómo serán. Por que también podremos ver cómo los grandes medios nos dan más pan y más circo y como la audiencia mayoritaria lo acoge con esa absurda felicidad indiferente tan de la masa, cómo la información deportiva se centra en el corazón, obra y milagros de un tío musculoso para dejar de hablar de resultados o tácticas. Podremos ver cómo los medios se sectorizan aún más, empobreciendo sus redacciones, su factor humano y convirtiéndose en replicantes que sólo replican lo que quieren, malformando la realidad y descontextualizando a la sociedad. Y más cuando piensas que el periodismo, al igual que su amiga la política, está dirigida por personitas que, sin valorar la información y ni lo que implica, sólo buscan resultados, a corto plazo, entre la estupidez de su propio público. Por que, por desgracia, parece que el periodismo es una profesión que, cada vez más, tiene menos profesionales.

Resaca de reflexión patrocinada por esta lectura: El día que Snowden se presentó al mundo

 

Patriotas, Patrias y otras cosas de lo nacional

Me sale ahora por que se ha muerto Suarez y leo tweets que dicen só y tweets que dicen arre y yo mismo no sé que decir. Mi batiburrillo ideológico mental me pide pensar en los hombres de lo político como las personas asilvestradas que hoy queremos ver en el Congreso. Siempre tiendo a pensar que hay algo más allá del llevárselo crudo y el arrimar el ascua a mi partido. Argumento, cuando urge tocar la trompeta matademagogos, que una clase política no suele ser más que el reflejo de lo que es su sociedad. Y nuestra sociedad está, aún partida por una Guerra Civil que nos persigue por que las dos partes, la una derrotada y la otra encumbrada, siguen sin asumir el perdón sin la venganza (la una) y el reconocimiento del daño causado durante 50 años sin la vergüenza propia (la otra).

Es como si no tuviéramos nación por que esto nació muerto el día que Suarez y los suyos tiraron carretera «alante» con la esperanza de que todo eso se olvidara con un aquí no ha pasado nada y a la siguiente pago yo, nano. Pero España, que lleva sin una figura común desde los Reyes Católicos más menos, con su carácter, ni olvida, ni perdona, ni reconoce el daño. No lo hacía la España en la que vivía Suarez y esta, la que estamos montando nosotros, los nuevos en la película, no sabe ni lo que tiene que hacer.

Para eso hace falta una labor de educación a nivel de país que, siendo sinceros, en este país no se ha permitido nunca por que, de nuevo, no se pusieron de acuerdo para explicarnos, bien, objetiva y sinceramente, qué cojones es España. Es decir, qué cojones era España antes de esos 50 años que dividieron el país, las almas y los sentimientos.

Quizá por eso, ahora, cuando leo tweets que hablan de que la democracia no es pasar por delante de el féretro de un Presidente del Gobierno, pienso que sí. Que la democracia, en España, debería ser eso: Reconocer que una figura como la de Suarez, repleta de sombras, soles y olvidos, es lo mejor que le podría pasar a la nueva España que debería llegar. Toda nación necesita de un pasado reconocible en común para convertirse en nación. Todo grupo necesita de unos mitos propios y venerados por una gran mayoría para, a partir de ahí, construir su propia escala de valores.

Suarez, sin ser un gran experto en su vida, obra y filiaciones, hizo lo que en 50 años no había hecho nadie: legalizó el partido comunista y no se levantó ante Tejero. Viniendo desde dentro hizo lo que todos los de fuera no lograron conseguir hasta que Franco, exhausto, cansado, con todos los nudos atados y empantanados, dijo un ahí nos vemos y expiró. Por eso, quizá, hoy deberíamos de haber pasado todos por delante del féretro, reconociendo en las lenguas del estado que hagan falta que gracias al Señor Suarez tenemos hoy mucho más de lo que ellos tenían. Y sin que tuviéramos que volver a pintarnos la cara de rojo y facha para pelear por ser el más español entre los españoles. Que, visto lo visto, ya es mucho.

Vacaciones. La vida en agosto de 2013.

Iba yo a escribir de algo, antes de poner título ni nada, por que me entró el arrebato tratando de no pensar mientras estaba en el sofá pensando. Iba a hablar, probablemente, de Gomorra, la película que acabo de ver. De su juventud perdida, del libro que leí hace tanto que no recuerdo y de lo poco que me gusta olvidar lo que leí cuando ya hace mucho que lo leí.

Mantengo, de lo que leo, ideas generales, gustos y pequeños momentos de placer, pero no cosas concretas, no imágenes exactas o diálogos. Con lo visto, en cambio, mantengo momentos que re-reconstruyo una y mil veces, alterando lo visto en la película, adaptando el guión a mi propio vocabulario y creando, en fin, una puta anécdota de un jodido tiroteo en La Jungla de Cristal.

Iba a hablar, antes de que sonara el teléfono y la canción pasara, de que hoy me pillo un segundo turno de vacaciones. Una semanita para desconectar de lo indesconectable que es haber montado una empresa y estar, contínuamente, esperando a que pasen cosas. A que salga ese proyecto que nos merecemos. A que acepten la idea que sacamos. A que esto de la ilusión y el buen trabajo sirva para crecer, seguir, progresar. Por eso, al final, tus vacaciones acaban por convertirse en el descanso de un delfín, con un ojo abierto y otro cerrado, con medio cerebro adormilado y el otro, a su pedo, pensando en el que será de lo que ahora es.

Y ya. Que bastante es para haber perdido por el camino el verdadero motivo de esta sentada. Iría a hablar, si acaso, de dos notas de libros que fueron o están siendo leídos.

Sería «El Amor en los Tiempos del Cólera«, otro libro de ese señor apellidado Márquez capaz de hacer bailar palabras como quien mece marionetas, y que me trastornó con la calurosa historia de un amor alargado, sexualmente diociochesco (¿?), tan caribe que rezumaba ese sudor húmedo que más que sudor es una pátina que te recubre el alma.

Era todavía demasiado joven para saber que la memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y que gracias a ese artificio logramos sobrellevar el pasado.

Florentino Ariza se acordó de una frase que le oyó de niño al médico de la familia, su padrino, a propósito de su estreñimiento crónico: “El mundo está dividido entre los que cagan bien y los que cagan mal”. Sobre ese dogma, el médico había elaborado toda una teoría del carácter, que consideraba más certera que la astrología. Pero con las lecciones de los años, Florentino Ariza la planteó de otro modo: “El mundo está dividido entre los que tiran y los que no tiran”.

Entonces supo Florentino Ariza que en alguna noche incierta del futuro, en una cama feliz con Fermina Daza, iba a contarle que no había revelado el secreto de su amor ni siquiera a la única persona que se había ganado el derecho de saberlo. No: no había de revelarlo jamás, ni a la misma Leona Cassiani, no porque no quisiera abrir para ella el cofre donde lo había tenido tan bien guardado a lo largo de media vida, sino porque sólo entonces se dio cuenta de que había perdido la llave.

Pues habían vivido juntos lo bastante para darse cuenta de que el amor era el amor en cualquier tiempo y en cualquier parte, pero tanto más denso cuanto más cerca de la muerte.

Luego miró a Florentino Ariza, su dominio invencible, su amor impávido, y lo asustó la sospecha tardía de que es la vida, más que la muerte, la que no tiene límites. -¿Y hasta cuándo cree usted que podemos seguir en este ir y venir del carajo? -le preguntó. Florentino Ariza tenía la respuesta preparada desde hacía cincuenta y tres años, siete meses y once días con sus noches. -Toda la vida –dijo.

O «En América«, de Susan Sontag, uno de esos que te desconcierta en el inicio para luego servirte una reflexión lentamente entretenida sobre el rejodido devenir de una diva europea que con conciencia o sin ella (estamos en ello) intenta el más difícil todavía en ese nuevo mundo que ahora es el nuestro.

A veces una necesita que le den una bofetada auténtica para dotar de realidad a lo que siente. Cuando la vida la emprende a golpes contigo, te dices que así es la vida. Te sientes fuerte, quieres sentirte fuerte, lo importante es seguir adelante.

Sorprenderte de que algo exista realmente significa que parece del todo irreal. Lo real es aquello de lo que no te maravillas, no te desconcierta: no es más que la tierra seca que rodea tu pequeño charco de conciencia.

La debilidad de cualquier vínculo con el pasado es quizá lo más sorprendente de los americanos. Les hace parecer superficiales, triviales, pero les proporciona una gran fuerza y confianza en sí mismos. No se sienten empequeñecidos por nada.

¿Qué es el Efecto Forer?

¿Puede alguien, un cualquiera, acercarse a ti y adivinar e intuir tu personalidad? ¿Puede ese mismo alguien saber cómo somos y cuáles son nuestras aspiraciones más íntimas o nuestros deseos más deseados? La respuesta, para algunos, será que sí. Que se puede. La respuesta, con verdad incluida, es que eso es, cuanto menos, imposible. Y de eso precisamente trata el Efecto Forer, un curioso aspecto de la psicología que nos dice a las claras que nadie puede ver en nuestro interior. A no ser que le dejemos y, de paso, nos lo creamos. Read On…

Cinco marcas de ropa con problemas de identidad

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Pijos, raperos, neonazis o emos. Normales, modernos o poperos. Todos, quien más quien menos, han vestido y visten con ropas de marca que van asociadas a su carácter, su personalidad o sus propios gustos. Hasta aquí, todo perfecto. El problema llega cuando tú y tu ropa de marca aparecéis en la televisión ante millones de personas. Entonces, podemos estar ante un caso de «Product Placement Inverso«.

Por que es ahí cuando tu comportamiento pasa a reflejar la imagen de la marca, lo que termina por provocar un ictus en más de un departamento de marketing comercial. Cuanto más popular es tu marca más probable es que se la pongan «personajes» que, quizá, no vayan con tu target. No es la primera vez que pasa y para documentarlo aquí están cinco casos de grandes marcas de ropa que han visto su imagen vinculada a «elementos no deseados». Otra cosa es cómo han logrado capear el temporal.

Lacoste, el asesino de Oslo y el grupo de Cumbia.

Es quizá uno de los últimos casos y de los más sonados. Lacoste, la elitista marca francesa del cocodrilo, vio como Anders Breivik  (el perturbado anormal que asesinó a 77 personas en Noruega) salía escoltado por la policía ataviado con un polo rojo de cocodrilo en pecho. Para la marca (elitista) la reputación de su imagen estaba en juego por lo que decidió hablar con la policía noruega para, discretamente, conseguir quitarle el polo.  Al final, la discreción terminó en la portada de periódicos de todo el mundo.

Poco tiempo después, Lacoste se vio en vuelta en una polémica similar con un grupo de cumbia llamado los Wachiturros. Estos últimos afirmaban que la marca de ropa francesa les había pagado para que se quitaran los polos del cocodrilo. Aunque la reclamación pueda tener su lógica al ver y escuchar a los Wachiturros, al final fue el mismo CEO de Lacoste el que dijo que nones. Que ellos sólo se quejan si hay muertos de por medio.

Abercrombie & Fitch contra Jersey Shore.

Dicen que no ver Jersey Shore aumenta tu esperanza de vida. Sea verdad o pura invención mia, puede parecer lógico con un reality de la MTV que muestra la vida de unos italoamericanos chonis y ciclados. Por eso, más allá de su edad mental, la marca norteamericana Abercrombie & Fitch decidió pagar a uno de los protagonistas del reality para que dejara de utilizar sus prendas de ropa.

Por si fuera poco, esta misma marca decidió impedir que una mujer que SÓLO vestía su ropa siguiera comprando más tras sospechar que luego la revendía. En realidad, la mujer, de nombre Kim Navarra, lo único que hacía era dar rienda suelta a una adicción como otra cualquiera.

Adidas y los disturbios de Londres.

Durante los disturbios del pasado verano en Londres se produjo un hecho un tanto curioso: muchas de las personas que asaltaban comercios a diestro y siniestro llevaban ropa con vistosos logotipos de Adidas u otras marcas de ropa deportiva. Lógicamente, la crisis de imagen estaba servida. Para la multinacional alemana, que lleva años pagando a raperos gansta para que vistan sus productos era demasiado ver como simples y pobres ladrones se ataviaban con sus sudaderas (probablemente falsificadas, por otra parte).

El asunto generó debate, no por ver cómo los manifestantes violentos llevaban sus ropas, sino al mostrar cómo una marca patrocinadora de los Juegos Olímpicos de 2012 diversifica su publicidad con personajes que de deportivos tienen poco, como Snoop Dog y sus compadres.

Lonsdale y los Neonazis.

La unión de esta marca con esos personajillos de cabeza rapada y cerebro pequeño viene de antiguo. Al parecer, sus chaquetas eran parecidas a las que vestían los jerifaltes nazis y, por eso, la marca se vinculó al movimiento neonazi. El problema es que se llegó a vincular tanto que una multinacional alemana de venta por correo prohibió el producto en sus catálogos. En Holanda está incluso prohibida en algunos colegios y el término «Lonsdale Youth» se refiere a ese grupúsculo social xenófobo con serios problemas psicológicos.

Burberry, Tania do Nascimento y los raperos.

Este caso lo mezcla un poco todo. La primera parte comienza cuando Tania Do Nascimento entra en la casa del Gran Hermano inglés. Allí, empieza a vestirse con un sugerente bikini y una bufanda de Burberry. Aunque a nosotros la imagen nos pueda resultar tan atractiva como desconcertante, a la marca inglesa  (asociada a la nobleza más britishno le hizo mucha gracia ver su imagen junto a una voluptuosa modelo cuya única aspiración en la vida era ganar el reality para operarse los pechos.

Para rematar la jugada, en Estados Unidos Burberry se convirtió en la marca de moda para los raperos, que la adoptaron como otro síntoma más de distinción (junto con el oro y demás cosas brillantes). El caso llegó tan lejos que fue la propia marca la que decidió dejar de fabricar una gorra de beisbol archipopular simplemente porque el público que la llevaba no era su público objetivo.

Y habría más, como el caso de Harley Davidson y los ejecutivos o de New Balance y, de nuevo, los neonazis. Y algunos que se me escaparán (muchos) y que podéis dejar en los comentarios si os acordáis. Todo para ver como, de vez en cuando, más de una marca ve como sus planes de imagen se van al garete por una chica con un bikini. Simplemente maravilloso.

Otras fuentes e inspiraciones para este post aquí: Esse y El Blog Salmón

Fotografías bajo licencia Creative Commons: Machado_ y XRacZ

El Día de los No Periodistas

Dia-Periodista

Walter Cronkite, 1916 - 2009

San Francisco de Sales murió cansado. Este santo, alejado de la estética quemada y perseguida de muchos de sus homólogos, vivió bien y se retiró cansado de evangelizar. Quizá, y sólo quizá, se retiró después de ver como sus palabras salían de su boca para acabar en ninguna parte. Algo parecido a lo que le ocurre al periodismo actual, una profesión denostada por sus propios miembros, agotada en cambios que no entiende y sobresaturada de opiniones. Una profesión que, simplemente, ha dejado de ser. El periodismo, por tanto, no existe.

El Quién.

Pongamos que fuéramos una profesión normal. En esa profesión los futuros periodistas saldrían con una idea clara sobre lo que tienen que hacer al llegar a su puesto de trabajo. Sabrían escribir una noticia y encajar el titular. Sabrían ponerse delante de una cámara sin pestañear y locutar toda una noticia sin trabarse ni una sola vez.

El periodista, en cambio, navega durante sus años de carrera en un sin fin de estupideces que no llegan a aportar absolutamente nada al desempeño de su profesión. Ese es el precio a pagar para que un OFICIO termine por convertirse en un estudio superior.

La extraña mezcla de profesiones que es el periodismo (mitad escritor-comunicador, mitad intelectual-enteradillo) convierte al periodista en un tipo que mucho-mucho pero poco-poco. Se encuentra, por tanto, desubicado durante sus primeros años de profesión. Aunque le hayan educado para esto, él no sabe muy bien qué es exactamente esto. Y esto, concretamente, es una profesión tan inabarcable que hoy en día es tan intrusista como todos los intrusistas que el mismo periodismo denuncia. Así, no es raro que muchos hagan periodismo para terminar en un gabinete de comunicación (algo más cercano al marketing que a lo que nos ocupa). Tampoco es extraño que hagamos periodismo para acabar desempeñando trabajo de oficina mientras recogemos teletipos. Y también es normal que muchos hagan periodismo para terminar en un Sálvame cualquiera. Y eso, de nuevo, no es periodismo. Aunque ellos sí sean periodistas.

Qué.

Durante esta crisis que nos asola (porque nos asola) el periodismo ha sido golpeado una y mil veces. Fuimos los voceros de la crisis, los alarmistas que pusimos hace cuatro años ya los tipos grandes a cuatro columnas y ahora, llámenlo karma, nos toca sufrir las consecuencias.

Ahora, por tanto, en plena revolución y brecha digital, nos encontramos con una profesión/industria que como otras muchas debe afrontar una reconversión tan profunda que aún nadie sabe en qué acabará. Los periódicos se mueren de verdad y cada lector en la necrológica es un euro menos en la recaudación.

A esta situación (cambio social, revolución digital) se une otra aún más graciosa: la intermediación empresarial en el medio periodístico ha terminado por cercenar una profesión que, en manos honestas, es digna de mencionar, alabar y proteger. Pero eso, claro está, tampoco es así.

Dónde.

En cualquier medio. En cualquier empresa de comunicación. Si los diseñadores hablan de «ese diseñador» que todos llevamos dentro y que nos lleva a opinar del trabajo de los demás, con el periodismo pasa exactamente igual. Estos ojitos que ahora teclean el WordPress han visto a Directores Gerentes cambiar titulares (¡¡DICTAR TITULARES!!) mientras el periodista transcribía firmemente la estupidez sin sentido de ese Gerente sin dirección. Estos ojitos y estas manitas, han visto realizar editoriales y artículos a rabia viva, sin pensar en los datos, los detalles, las causas y los porqués. Este todo, este periodista, ha visto llorar a periodistas por una mención equivocada de un anunciante (¡llorar!) o el despido arbitrario de un buen juntaletras por la contratación (arbitraria) de un buen juntaideologías.

journalist interviewing people

Cuando.

Imagino que de pasar, esto comenzó a pasar cuando se terminó de perder la sacrosanta división entre el periodista y el sujeto noticiable. Lógico, por otra parte. Dicen de los corresponsales que cada poco tiempo deben dejar el lugar donde «corresponsalean» para evitar mimificarse con el medio, para evitar perder la objetividad y el baremo sobre la importancia de las cosas.

En el día a día del periodismo, en cambio, sucede lo contrario. Como los políticos que se insultan en el pleno y chanchullean en el pasillo, los periodistas han convivido con los objetos de sus noticias para terminar haciéndose amigos, compañeros y compadres de esos a quien, más que hablar, debían vigilar.

Así, cuando el periodismo comenzó a opinar dejó de «periodistear». Las «fuentes» y su secretismo se han convertido en la excusa perfecta de muchos para decir lo que quieren, para herir cuando quieren y para ejercer de caprichosos príncipes destronados que se creen con poder de ser un quinto poder. Pero ni eso.

Porqué.

Por lo anterior. Por la unión del dinero y los aires de grandeza, porque un periodista, como cualquier otro profesional quiere medrar y crecer y cuando unos crecen mucho, simplemente, deja de haber hueco para los demás.

Por si fuera poco, los cambios tecnológicos en la profesión y el aumento del volumen de la información hacen que muchos «jefes» no sepan en realidad de la sobrecarga de trabajo que llevan sus empleados. Ellos, los jefes, encorbatados y barrigudos, vivieron una época dorada en la profesión en la que aunque cada vez había más información (llegando desde múltiples puntos) ni de lejos se parecía al hoy y al mañana: millones de informaciones desde millones de puntos diferentes a lo que se une una constante evolución en las herramientas que debe utilizar el profesional para estar al tanto de lo que pasa.

Para rematar, como causa de la primera, esos sueldos de pocos hacen que la calidad de vida de un periodista de provincias (y de muchos de Madrid fuera de los grandes medios) no tenga nada que ver con la que se podía esperar de una persona que, no lo olvidemos, debería estar (si el periodismo sigue siendo eso, periodismo) para informar y mantener alerta a la sociedad. Para eso, aunque muchos no lo crean, se necesita tiempo de reflexión, espacio para la documentación y apoyo desde la jefatura. Y de eso, como sabrán, no hay.

Cómo.

¿Cómo salimos de ésta o cómo ha pasado esto? Para salir de ésta la única solución que nos queda es la adaptación al medio que tienen enfrente. El periodista debe encontrar su propia voz, su freelance way of life y asociarse con otros para crear las noticias que considere oportunas. Internet nos demuestra que hay un público para todo. La noticia y la reflexión tienen espacio, público y remuneración.

Para saber cómo ha pasado esto nada más tenemos que echar un vistazo a los periódicos o a los organigramas empresariales de los grandes medios: empresas entretejidas con innumerables intereses en innumerables ámbitos que impiden el desarrollo de la profesión porque siempre (siempre) acabarás tocando la tecla que no debes.

Eso, más el descubrimiento del todo vale, en el que el periodismo se acerca a la calle para terminar gritando como ella, nos hacen una profesión descubierta, una profesión muerta que debe reinventarse para, ya si eso, celebrar el Día de los Periodistas. Y no como ahora, cuando lo único que debemos celebrar es el Día del No-Periodista.

Fotografías: 1º El periodista Walter Cronkite retratado por John McNab. Flickr. 2º Kewei SHANG. Flickr.

Bendita Masacre

Un cortometraje de Jota Aronak con DUO KIE

Aunque sólo sea por la frikada. Aunque sólo sea por ver a dos tipos bailando con su buen ritmo y su buen sonido mientras hacen una matanza de esas «de recordar«. Aunque sólo sea por el inicio original y pese al final un tanto «así», ponemos este corto, encontrado en el blog de Gonzalo Fuentes y que merece la pena ver sin pensar, eso sí, que esos mismos dos tipos (de nombre artístico Duo Kie) son los que perpetran el MTV Tunning en «spanish version».

Porque, para que quede bien claro, matar con buena música de fondo no es matar. Es arte. Y, si no, que le pregunten a Tarantino.

Titulado Bendita Masacre, el corto está dirigido por Jota Aronak y dura unos 14 minutitos de funky, rap y disparos.

Hablar y dormir

Escribir de algo relacionado con el sueño cuando lo que tienes es sueño es como ir a comprar comida cuando lo que quieres es comida. Por eso, quizá escriba este post dormido, en una nueva definición de somniloquio, que es lo que le pasa a uno cuando habla dormido. Pero… ¿cuales son las causas, los significados y los porqués de hablar dormidos, dormidas o, simplemente, mientras roncamos a pierna suelta? Read On…

Hoy he aprendido… Qué es el astroturfing

Que es el astroturf

Todo comenzó con un simple registro en Meneame. Por leer las condiciones de uso y servicio. Por leer, concretamente, «astroturfing» y querer saber de dónde viene o llega un vocablo que parece salido de un conjuro de Harry Potter. Pero no. Por que aunque el astroturfing sea, únicamente, la creación de personalidades ficticias para crear conversaciones en internet sobre un mismo tema y así publicitarlo, la palabra, en cambio tiene una historia bastante más curiosa que comienza con el césped artificial, el Real Madrid y la multinacional de los transgénicos, Monsanto.

Read On…

Un comienzo como otro cualquiera

Primer-artículo-blog-Alex-Sanz-Vicente

empezar-un-blog

Son las 21:18 horas de un martes. Suena el teléfono y huele a huevos fritos. Las dos cosas tienen que ver con mi compañera de piso y las dos cosas, por tanto, acaban interviniendo en el primer post de mi primera página web. Y, en el caso de los huevos fritos (con patatas, huelo) casi haciéndome tirar el teclado en pos de una jugosa y grasienta cena de martes.

Pero no. Ni mucho menos. Este post se escribirá hoy, un martes y trece cualquiera, el día en que mis ojos lloran por la pantalla del ordenador. El día en que una actualización de WordPress (la 3.3) me desconfiguró lo hecho. El día en que mi hermana de 10 años me hizo sonreír mientras escuchaba la demo de locución que esta misma página alberga. Un martes cualquiera, como digo.

Esta entrada, este artículo, viene a tener dos propósitos. El primero es servir de botella inaugural y la segunda, servir de semi esbozo de lo que será este blog hablando de lo que ha sido crearlo. Me explico.

El dominio de esta página web, www.alexsanzvicente.es, lo compré hace casi dos años. Desde entonces estuvo aparcado. El trabajo, el desconocimiento y el miedo a la publicación propia terminaron por hacer pasar el tiempo. Y luego, llegó Twitter. Sin mi entrada en Twitter, sin el empeño puesto en conocer qué era y cómo funcionaba, poco hubiera podido hacer.

Hacer-Crear-WordPress

Fueron ellos, los tipos y tipas que sigo en Twitter los que me fueron mostrando el mundo. Fueron ellos, los 140 caracteres de unos extraños los que me demostraron que esto es una cuestión individual, que la voz de la comunicación es la de cada uno, que internet es lo que es por sus usuarios y que, si queremos progresar debemos tener una voz propia, un espacio propio.

Poco a poco comencé a leer sobre WordPress. Sabía lo que era, sabía como funcionaba (escribo habitualmente en blogs corporativos) pero no lo sabía bien. Ni lo sabré. El mundo WordPress me ha abrumado casi tanto como en su día me abrumó el mundo Twitter. Una cantidad ingente de información, de posibilidades y capacidades, de plugins, de SEO´s y de expertos. Un mundo repleto de blogs, empresas que hacen blogs, plantillas premium y fremium, robots que copian entradas sobre páginas web que copian noticias y así. Lo que se conoce como un sindios.

Después, con el tiempo, con el «mucho tiempo», adquirí un alojamiento para ese dominio aparcado. Antes llegaron las preguntas sobre dónde alojarlo, cómo alojarlo y, de paso, qué era alojarlo. Después, llegó el «cPanel», el FileZilla y la búsqueda de plantillas. Desde WooThemes a ThemeForest. De Elegant Themes a una búsqueda en Google. De todo mucho y bien. Pero nada era lo que tenía que ser.

Al final, acabé encontrando esto que ven. Una plantilla gratuita y un tanto deslabazada. Y eso es lo mejor. Después de todo ese proceso, después de toda esa cantidad ingente de tiempo aprendido y gastado opté por una plantilla gratuita, simplemente para hacerla mia. Lentamente. Para destrozarla. Más lentamente aún. Para jugar, para instalar cosas, para ser el diseñador que nunca seré, para cagarla y arreglarla, en bucle. Y eso, lo del bucle, es lo más gracioso.

Apenas sé. Apenas se nada de nada. Muchos de los que me conocen dirán que eso es, si no mentira, sí media verdad. Sé cosas (los periodistas sabemos cosas) pero no tantas como saben otros muchos. Y lo mejor, de nuevo, es que nunca las sabré. Siempre estaré aprendiendo, con los ojos chinitos por la pantalla, sobre cómo instalar un plugin o una galeria en jQuery. Siempre estaré preguntando a Fernando Bedmar (la otra gran ayuda para que esto funcionara) sobre cómo desliar lo liado. Siempre leeré a Fernando Tellado (@fernandot) en Ayuda WordPress para saber si eso que quiero es posible y si, de paso, es gratis. Aún así, con todo, pasarán los días y terminaré por sucumbir a una plantilla que ahora sí se adapte a todas las carencias que ya le he visto a esta. Pero eso, sin duda, será otro post, otra historia u otro blog.

Porque esto, en líneas generales, es lo que soy y lo que seré. Un tipo pegado a un ordenador escribiendo, con mil cables en un alrededor, un micrófono esquinado para locuciones y todo un paquete de Adobe dándole duro al procesador. Y que dure. Y que siga.

Plantilla utilizada: Imbalance

Música utilizada: Los Fichajes de una vida

Fotos utilizadas: Album Picasa (Elaboración propia)