¿Puede alguien, un cualquiera, acercarse a ti y adivinar e intuir tu personalidad? ¿Puede ese mismo alguien saber cómo somos y cuáles son nuestras aspiraciones más íntimas o nuestros deseos más deseados? La respuesta, para algunos, será que sí. Que se puede. La respuesta, con verdad incluida, es que eso es, cuanto menos, imposible. Y de eso precisamente trata el Efecto Forer, un curioso aspecto de la psicología que nos dice a las claras que nadie puede ver en nuestro interior. A no ser que le dejemos y, de paso, nos lo creamos.
Llegué al Efecto Forer a través de una noticia de Amazings en la que se alertaba de un curso que ofrece la UNED sobre Grafología. Yo, iluso, creía que la grafología tenía algún tipo de fundamento científico, pero no. Según Amazings, esta disciplina no es más que una extraña forma de intentar ver lo que no se puede ver.
En el artículo, por tanto, se mencionaba el Efecto Forer como el «mecanismo por el que una persona reconoce una alta precisión en una descripción que de ella se haga cuando la descripción de su carácter y personalidad sea tan imprecisa que pueda ser aplicada a cualquiera».
Por decirlo claramente, el Efecto Forer es lo que se produce cuando uno ve como cualidades propias todas aquellas vaguedades descriptivas que podrían ser aplicadas a cualquier ser animado. Una vez sabido esto, decidí (por decidir) buscar en la sacrosanta Wikipedia el dichoso efecto para encontrarme con la historia de un psicólogo, llamado (tachán, tachán) Bertram R. Forer que en 1948 decidió hacer un test de personalidad a sus alumnos. Como conclusión a ese test entregó a cada uno de esos alumnos un análisis que, supuestamente, estaba basado en sus propios test.
La trampa (y el cartón) estaba en la elaboración de ese test. Forer les dio a todos un mismo análisis que, para más recochineo, había elaborado cogiendo diferentes extractos de varios horóscopos. El resultado fue un texto que para los alumnos del profesor resultó ajustarse perfectamente a cada una de las diferentes personalidades que componían la clase. Ahí es nada. Todo un tocomocho de la personalidad que nos enseña a no creer. O a pensar (y aprender) un poco antes de creer.
Como postre, el texto que Forer entregó a sus alumnos. Lean, piensen y evalúen su personalidad. Es probable que se vean identificados. Y también es probable que estén equivocados.
«Tienes la necesidad de que otras personas te aprecien y admiren, y sin embargo eres crítico contigo mismo. Aunque tienes algunas debilidades en tu personalidad, generalmente eres capaz de compensarlas. Tienes una considerable capacidad sin usar que no has aprovechado. Disciplinado y controlado hacia afuera, tiendes a ser preocupado e inseguro por dentro. A veces tienes serias dudas sobre si has obrado bien o tomado las decisiones correctas. Prefieres una cierta cantidad de cambios y variedad y te sientes defraudado cuando te ves rodeado de restricciones y limitaciones. También estás orgulloso de ser un pensador independiente; y de no aceptar las afirmaciones de los otros sin pruebas suficientes. Pero encuentras poco sabio el ser muy franco en revelarte a los otros. A veces eres extrovertido, afable, y sociable, mientras que otras veces eres introvertido, precavido y reservado. Algunas de tus aspiraciones tienden a ser bastante irrealistas».
Como postre, una demostración en vídeo de lo dicho. Para aquellos que, si no ven, no creen.
Foto modificada a partir del original en Flickr de Digital Sextant
Un comentario
No cabe la menor duda, este es el presente de un pasado, pero algunos conceptos como la intuición y visión remota como los podre explicar.
Esto me lleva a que aterrice que en buena medida todos somos uno, conjunto de seres unidos a una mente cósmica, que en un momento estamos inmersos en un especie de caldo de cultivo, en el que cada ser es proclive de las mismas posibilidades, Todo es mente creadora. .