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El día de Reyes y la revista Orsai

Hoy, 14 de marzo de 2012 acabo de recibir mi regalo de Reyes Magos. Hoy, 14 de marzo, tengo entre mis piernas, aupada sobre una media luna sujeta-ordenadores, la revista Orsai Número 5. Hoy, por tanto, respiro feliz mientras paso sus hojas por mi nariz y hoy, en esta noche de verano en plena primavera, veo satisfecho como el proyecto más ilusionante que jamás he conocido tiene la forma perfecta que tienen las cosas buenas.

Entretanto, en el baño, en el wáter o el excusado, aupada sobre una lavadora fina y “temblocosa” descansa la revista Orsai Número 4. Entre ambas han pasado cientos de días y millones de cosas. Hemos cambiado de gobierno. Hemos seguido con la crisis y hemos entrado (y salido) de mil recesiones y tres reformas laborales.

Entre esas dos revistas, decía, han pasado casi 100 días y unas Navidades en las que recibí un regalo que no era tal. Fue, por tanto, un regalo sin regalo, un regalo puesto en boca y sin envolver. El regalo inexistente que más ilusión me ha hecho nunca. El regalo que hoy, 14 de marzo, he ido a buscar a la tienda de cómics de Valladolid. Y es que hoy, para mi, es 6 de enero.

Todo es empezar

La historia comienza con ella. Ella se llama Elena. Y fue ella la que, tras meses escuchándome hablar y hablar de una revista y un gordito, decidió pasar a la acción. Captó, como se suele decir, las indirectas al vuelo. Pilló el sentido y, armada de paciencia con un ordenador destartalado, escribió un correo electrónico al mismísimo Hernán Casciari.

La secuencia de acontecimientos posterior fue lo que más tarde sería mi propio regalo. Elena, sin saberlo, me regaló una historia y 6 revistas. Lo hizo sin querer por tratar de darme un cheque regalo, un algo que dijera que sí, que estoy suscrito a Orsai, que ella ha pagado pero que yo, lector feliz, soy el “recibiente” de la “revistante”.

Así, escribió a un mail a un señor llamado, como decíamos, Hernán Casciari. Le explicó la peripecia, esa que dice que que “mire, quiero regalarle a una suscripción a su revista a mi pareja” y tal. Por lo que sé, esa misma historia terminó con un, “Sí, en unos días pondremos algo para que puedas hacer el cheque regalo pero es que claro, soy yo y el de las Pizzas”.

Pasaron los días y ella, Elena, volvió a ponerse en contacto con el, Hernán, para recibir la misma respuesta: el espacio y el tiempo lo complican todo. Haya paz a los hermanos de buena voluntad.

El entretiempo

Tiempo después, bastante tiempo después, nos dimos los regalos y llegó la explicación. Estás suscrito a Orsai pero no. He hablado con Hernán Casciari pero tampoco. Entonces, en ese mismo momento, en otro ordenador y con otra tarjeta de crédito me autoregalé la suscripción anual a la revista Orsai. Esa que hoy, día 14 de marzo, día de Reyes, he recogido envuelta en una caja en la que meter las otras cuatro revistas.

Y así se cumple el ciclo que comencé un día a toro pasado. El mismo día que me lancé, crecido por una nómina recién llegada, a comprar el primer número de una revista que ya iba por la segunda entrega.

Semanas después, enganchado a su lenguaje y a su formato, a su forma de hacer las cosas sin querer hacerlas, compré el segundo número. Y el tercero y el cuarto. Los fui leyendo con devoción, con una devoción desaparecida en religiones e ideologías, con una devoción creyente y esperanzadora: esperanza en una nueva forma de hacer las cosas que yo mismo trataba de aplicar a mi propio día a día. Creencia en las personas que hacen cosas por hacerlas y disfrutarlas, por sentirlas y vivirlas en un mundo tan inmediato que parece que nos olvidamos de vivir, disfrutar y de leer en el baño.

Ahora, mientras escribo, miro la portada creada por unos tipos que aseguran trabajar en enero y publicar en febrero. Yo lo recibo en un marzo que parece verano y en un día que es día de Reyes. Es lo que tienen las cosas bellas. Da igual cuando lleguen. Mientras sigan llegando. Mientras nos sigan ilusionando.

Las fotografías del post son parte de una ilustración de Javier Olivares y una foto del perfil en Flickr de Javier Mcallan

De postre, un vídeo en el que el mismo Hernan te cuenta qué es Orsai y porqué merece la pena pagar por disfrutar.

 

El Día de los No Periodistas

Dia-Periodista

Walter Cronkite, 1916 - 2009

San Francisco de Sales murió cansado. Este santo, alejado de la estética quemada y perseguida de muchos de sus homólogos, vivió bien y se retiró cansado de evangelizar. Quizá, y sólo quizá, se retiró después de ver como sus palabras salían de su boca para acabar en ninguna parte. Algo parecido a lo que le ocurre al periodismo actual, una profesión denostada por sus propios miembros, agotada en cambios que no entiende y sobresaturada de opiniones. Una profesión que, simplemente, ha dejado de ser. El periodismo, por tanto, no existe.

El Quién.

Pongamos que fuéramos una profesión normal. En esa profesión los futuros periodistas saldrían con una idea clara sobre lo que tienen que hacer al llegar a su puesto de trabajo. Sabrían escribir una noticia y encajar el titular. Sabrían ponerse delante de una cámara sin pestañear y locutar toda una noticia sin trabarse ni una sola vez.

El periodista, en cambio, navega durante sus años de carrera en un sin fin de estupideces que no llegan a aportar absolutamente nada al desempeño de su profesión. Ese es el precio a pagar para que un OFICIO termine por convertirse en un estudio superior.

La extraña mezcla de profesiones que es el periodismo (mitad escritor-comunicador, mitad intelectual-enteradillo) convierte al periodista en un tipo que mucho-mucho pero poco-poco. Se encuentra, por tanto, desubicado durante sus primeros años de profesión. Aunque le hayan educado para esto, él no sabe muy bien qué es exactamente esto. Y esto, concretamente, es una profesión tan inabarcable que hoy en día es tan intrusista como todos los intrusistas que el mismo periodismo denuncia. Así, no es raro que muchos hagan periodismo para terminar en un gabinete de comunicación (algo más cercano al marketing que a lo que nos ocupa). Tampoco es extraño que hagamos periodismo para acabar desempeñando trabajo de oficina mientras recogemos teletipos. Y también es normal que muchos hagan periodismo para terminar en un Sálvame cualquiera. Y eso, de nuevo, no es periodismo. Aunque ellos sí sean periodistas.

Qué.

Durante esta crisis que nos asola (porque nos asola) el periodismo ha sido golpeado una y mil veces. Fuimos los voceros de la crisis, los alarmistas que pusimos hace cuatro años ya los tipos grandes a cuatro columnas y ahora, llámenlo karma, nos toca sufrir las consecuencias.

Ahora, por tanto, en plena revolución y brecha digital, nos encontramos con una profesión/industria que como otras muchas debe afrontar una reconversión tan profunda que aún nadie sabe en qué acabará. Los periódicos se mueren de verdad y cada lector en la necrológica es un euro menos en la recaudación.

A esta situación (cambio social, revolución digital) se une otra aún más graciosa: la intermediación empresarial en el medio periodístico ha terminado por cercenar una profesión que, en manos honestas, es digna de mencionar, alabar y proteger. Pero eso, claro está, tampoco es así.

Dónde.

En cualquier medio. En cualquier empresa de comunicación. Si los diseñadores hablan de «ese diseñador» que todos llevamos dentro y que nos lleva a opinar del trabajo de los demás, con el periodismo pasa exactamente igual. Estos ojitos que ahora teclean el WordPress han visto a Directores Gerentes cambiar titulares (¡¡DICTAR TITULARES!!) mientras el periodista transcribía firmemente la estupidez sin sentido de ese Gerente sin dirección. Estos ojitos y estas manitas, han visto realizar editoriales y artículos a rabia viva, sin pensar en los datos, los detalles, las causas y los porqués. Este todo, este periodista, ha visto llorar a periodistas por una mención equivocada de un anunciante (¡llorar!) o el despido arbitrario de un buen juntaletras por la contratación (arbitraria) de un buen juntaideologías.

journalist interviewing people

Cuando.

Imagino que de pasar, esto comenzó a pasar cuando se terminó de perder la sacrosanta división entre el periodista y el sujeto noticiable. Lógico, por otra parte. Dicen de los corresponsales que cada poco tiempo deben dejar el lugar donde «corresponsalean» para evitar mimificarse con el medio, para evitar perder la objetividad y el baremo sobre la importancia de las cosas.

En el día a día del periodismo, en cambio, sucede lo contrario. Como los políticos que se insultan en el pleno y chanchullean en el pasillo, los periodistas han convivido con los objetos de sus noticias para terminar haciéndose amigos, compañeros y compadres de esos a quien, más que hablar, debían vigilar.

Así, cuando el periodismo comenzó a opinar dejó de «periodistear». Las «fuentes» y su secretismo se han convertido en la excusa perfecta de muchos para decir lo que quieren, para herir cuando quieren y para ejercer de caprichosos príncipes destronados que se creen con poder de ser un quinto poder. Pero ni eso.

Porqué.

Por lo anterior. Por la unión del dinero y los aires de grandeza, porque un periodista, como cualquier otro profesional quiere medrar y crecer y cuando unos crecen mucho, simplemente, deja de haber hueco para los demás.

Por si fuera poco, los cambios tecnológicos en la profesión y el aumento del volumen de la información hacen que muchos «jefes» no sepan en realidad de la sobrecarga de trabajo que llevan sus empleados. Ellos, los jefes, encorbatados y barrigudos, vivieron una época dorada en la profesión en la que aunque cada vez había más información (llegando desde múltiples puntos) ni de lejos se parecía al hoy y al mañana: millones de informaciones desde millones de puntos diferentes a lo que se une una constante evolución en las herramientas que debe utilizar el profesional para estar al tanto de lo que pasa.

Para rematar, como causa de la primera, esos sueldos de pocos hacen que la calidad de vida de un periodista de provincias (y de muchos de Madrid fuera de los grandes medios) no tenga nada que ver con la que se podía esperar de una persona que, no lo olvidemos, debería estar (si el periodismo sigue siendo eso, periodismo) para informar y mantener alerta a la sociedad. Para eso, aunque muchos no lo crean, se necesita tiempo de reflexión, espacio para la documentación y apoyo desde la jefatura. Y de eso, como sabrán, no hay.

Cómo.

¿Cómo salimos de ésta o cómo ha pasado esto? Para salir de ésta la única solución que nos queda es la adaptación al medio que tienen enfrente. El periodista debe encontrar su propia voz, su freelance way of life y asociarse con otros para crear las noticias que considere oportunas. Internet nos demuestra que hay un público para todo. La noticia y la reflexión tienen espacio, público y remuneración.

Para saber cómo ha pasado esto nada más tenemos que echar un vistazo a los periódicos o a los organigramas empresariales de los grandes medios: empresas entretejidas con innumerables intereses en innumerables ámbitos que impiden el desarrollo de la profesión porque siempre (siempre) acabarás tocando la tecla que no debes.

Eso, más el descubrimiento del todo vale, en el que el periodismo se acerca a la calle para terminar gritando como ella, nos hacen una profesión descubierta, una profesión muerta que debe reinventarse para, ya si eso, celebrar el Día de los Periodistas. Y no como ahora, cuando lo único que debemos celebrar es el Día del No-Periodista.

Fotografías: 1º El periodista Walter Cronkite retratado por John McNab. Flickr. 2º Kewei SHANG. Flickr.

Un comienzo como otro cualquiera

Primer-artículo-blog-Alex-Sanz-Vicente

empezar-un-blog

Son las 21:18 horas de un martes. Suena el teléfono y huele a huevos fritos. Las dos cosas tienen que ver con mi compañera de piso y las dos cosas, por tanto, acaban interviniendo en el primer post de mi primera página web. Y, en el caso de los huevos fritos (con patatas, huelo) casi haciéndome tirar el teclado en pos de una jugosa y grasienta cena de martes.

Pero no. Ni mucho menos. Este post se escribirá hoy, un martes y trece cualquiera, el día en que mis ojos lloran por la pantalla del ordenador. El día en que una actualización de WordPress (la 3.3) me desconfiguró lo hecho. El día en que mi hermana de 10 años me hizo sonreír mientras escuchaba la demo de locución que esta misma página alberga. Un martes cualquiera, como digo.

Esta entrada, este artículo, viene a tener dos propósitos. El primero es servir de botella inaugural y la segunda, servir de semi esbozo de lo que será este blog hablando de lo que ha sido crearlo. Me explico.

El dominio de esta página web, www.alexsanzvicente.es, lo compré hace casi dos años. Desde entonces estuvo aparcado. El trabajo, el desconocimiento y el miedo a la publicación propia terminaron por hacer pasar el tiempo. Y luego, llegó Twitter. Sin mi entrada en Twitter, sin el empeño puesto en conocer qué era y cómo funcionaba, poco hubiera podido hacer.

Hacer-Crear-WordPress

Fueron ellos, los tipos y tipas que sigo en Twitter los que me fueron mostrando el mundo. Fueron ellos, los 140 caracteres de unos extraños los que me demostraron que esto es una cuestión individual, que la voz de la comunicación es la de cada uno, que internet es lo que es por sus usuarios y que, si queremos progresar debemos tener una voz propia, un espacio propio.

Poco a poco comencé a leer sobre WordPress. Sabía lo que era, sabía como funcionaba (escribo habitualmente en blogs corporativos) pero no lo sabía bien. Ni lo sabré. El mundo WordPress me ha abrumado casi tanto como en su día me abrumó el mundo Twitter. Una cantidad ingente de información, de posibilidades y capacidades, de plugins, de SEO´s y de expertos. Un mundo repleto de blogs, empresas que hacen blogs, plantillas premium y fremium, robots que copian entradas sobre páginas web que copian noticias y así. Lo que se conoce como un sindios.

Después, con el tiempo, con el «mucho tiempo», adquirí un alojamiento para ese dominio aparcado. Antes llegaron las preguntas sobre dónde alojarlo, cómo alojarlo y, de paso, qué era alojarlo. Después, llegó el «cPanel», el FileZilla y la búsqueda de plantillas. Desde WooThemes a ThemeForest. De Elegant Themes a una búsqueda en Google. De todo mucho y bien. Pero nada era lo que tenía que ser.

Al final, acabé encontrando esto que ven. Una plantilla gratuita y un tanto deslabazada. Y eso es lo mejor. Después de todo ese proceso, después de toda esa cantidad ingente de tiempo aprendido y gastado opté por una plantilla gratuita, simplemente para hacerla mia. Lentamente. Para destrozarla. Más lentamente aún. Para jugar, para instalar cosas, para ser el diseñador que nunca seré, para cagarla y arreglarla, en bucle. Y eso, lo del bucle, es lo más gracioso.

Apenas sé. Apenas se nada de nada. Muchos de los que me conocen dirán que eso es, si no mentira, sí media verdad. Sé cosas (los periodistas sabemos cosas) pero no tantas como saben otros muchos. Y lo mejor, de nuevo, es que nunca las sabré. Siempre estaré aprendiendo, con los ojos chinitos por la pantalla, sobre cómo instalar un plugin o una galeria en jQuery. Siempre estaré preguntando a Fernando Bedmar (la otra gran ayuda para que esto funcionara) sobre cómo desliar lo liado. Siempre leeré a Fernando Tellado (@fernandot) en Ayuda WordPress para saber si eso que quiero es posible y si, de paso, es gratis. Aún así, con todo, pasarán los días y terminaré por sucumbir a una plantilla que ahora sí se adapte a todas las carencias que ya le he visto a esta. Pero eso, sin duda, será otro post, otra historia u otro blog.

Porque esto, en líneas generales, es lo que soy y lo que seré. Un tipo pegado a un ordenador escribiendo, con mil cables en un alrededor, un micrófono esquinado para locuciones y todo un paquete de Adobe dándole duro al procesador. Y que dure. Y que siga.

Plantilla utilizada: Imbalance

Música utilizada: Los Fichajes de una vida

Fotos utilizadas: Album Picasa (Elaboración propia)

¿Dónde colaboro?

Ahora, tras muchos esfuerzos, focalizo todas las colaboraciones que aquí había en mi propio proyecto, mi propia empresa junto con otros dos amigos: ilustración, comunicación y blogs bajo el nombre de Microbio Comunicación. Aún así, aquí podéis ver algunos de los vídeos que tuve a bien mientras aprendía a hacer vídeos. Boletines corporativos, promociones y locuciones.

 

Locucion, vídeos y radio

Disfruto hablando. Cualquiera que me conozca lo sabe y, en ocasiones, quizá lo sufra. La verborrea galopante, con los años, mutó en una afición sana por la radio y la locución que tuvo su reflejo académico en dos Masters (Locución Audiovisual y el de Radio Nacional) y una afición inmensa por la locución de textos, anuncios y cualquier cosa que sea susceptible de ser hablada, leída y escuchada.

Aún así, por dedicación a otras labores y otras tareas, no he pasado de hacer unas pocas locuciones publicitarias y algún que otro curso de e-learning (siendo la voz, no el alumno, claro). Pero es algo que espero cambiar y, por eso, he aquí esta demo hecha con cariño, voz y un poquito de locura.

Demo Alex Sanz Vicente by alexsanzvicente

Además, durante la realización maravillosa de ese master maravilloso de Radio Nacional de España, además de aprender como un loco emocionado, compartí micrófono con profesionales de talla inmensa y generosidad profesional que me dejaron hablar, crear y divertirnos. De ahí esta demo que sigue realizada únicamente con extractos de algunas de mis intervenciones en Radio Nacional de España.

Demo Radio Alex Sanz Vicente by alexsanzvicente