Asédiame otra vez…

Asediar, según la RAE, viene a significar en una de sus acepciones, «Importunar a alguien sin descanso con pretensiones». Y, claro, pues pretensiones, haberlas, haylas. Y están encontradas. Y justificadas. Lo del descanso, en cambio, es más relativo. En un país como este lo de descansar es algo asimilado: nos creemos perezosos pero quizá lo que estamos es cansados.

Viene todo esto, en plan rápido que el sueño me convence, en que llevo días saltando entre pensamientos por los scraches y, ahora, por los asedios. Se me aparecen en conversaciones Ada Colau y Bárcenas, ciudadanos asediadores y ciudadanos asediados y yo pienso en lo que dicen los unos y lo que dicen los otros y el sentido común me lleva a pensar en el hartazgo y la sinrazón. Pensaba yo en esto, fijense, por aquello de utilizar la palabra ASEDIO, tan grave, tan mortal, para algo como esto. Y de ahí…

… Me viene, de repente, la ráfaga de un ciudadano cabreado, cansado, seguro que desequilibrado, hastiado de todos y de todo, que un día se pone el mundo por montera y la lia bien gorda a tiros contra uno de esos políticos que pensó que un pueblo es una masa informe que vota y no un ciudadano desahuciado que dispara. La culpa, entonces, será de todos pero ahora, por el momento, sólo es de unos. Los ahora asediados, del color o bando que sean, han provocado que lleguemos a ese importunar sin descanso a base de decisiones equivocadas.

Lo jodido, entonces, es que no hay otra forma. Es decir, no parece haberla. Por que lo único que podría evitar que un ciudadano un día coja su montera calibre 54 será que los simples asedios, los simples scraches molestos pero inofensivos sirvan para algo más: para que la imagen que proyectemos hacia fuera sea aún más triste de lo que ya es. Nosotros, el país de la risa, que ya no rie sino escrachéa.

Así, quizá los escraches, los asedios, sirvan no para presionar a personas que parecen haber perdido todo el respeto por la gente a la que gobiernan, sino para hacer que estos sean presionados. Para que sea la imagen ingobernable de un país sin gobernadores la que obligue a otros a «dar un toque», a provocar otro asedio pero desde fuera, desde Europa, desde la Galaxia que sea, desde ese más allá que parece estar justo acá.

Un comentario

  • Me levanto y me quito el sombrero. El sentimiento no se podía haber descrito mejor.. A veces hasta pienso que qué pena no matar con palabras….

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